Estamos convencidas de que somos seres en construcción, en continuo cambio, somos seres que habitamos la pregunta, nos interpela la realidad y nos tomamos en serio el compromiso de formarnos en el oficio de educar. Pues el día a día en el aula, de cara a los rostros, historias y vidas de los niños y las niñas nos interpelan, nos retan y nos invitan a seguir profundizando y compartiendo con colegas las trayectorias educativas para convertirlas en verdaderas experiencias pedagógicas.
¿Qué queremos? La idea central del proceso de sistematización es construir una memoria pedagógica de procesos educativos disruptivos en los que nos hemos atrevido a romper con el tradicional individualismo y el hermetismo de lo que ocurre en un aula para destacar la importancia del trabajo en equipo, del accionar cooperativo entre colegas maestras, sobre el valor de pensar la educación como el proceso que forma ciudadanos desde muy temprana edad, en escenarios que procuran ser democráticos y que valoran y respetan las voces de las niñas, los niños, los jóvenes, las familias, las comunidades y los maestros mismos.
Es necesaria la resonancia de los procesos y de los aprendizajes con experiencias pedagógicas donde las niñas y los niños son escuchados con respeto, sin juzgamientos. Espacios en los que se observa, se dialoga, se analiza, se lee, se escribe, se amplían los referentes de mundo a partir de la lectura de la literatura y de la diversidad de textos y de géneros discursivos, lo que posibilita que los niños y las niñas amplíen su comprensión del mundo, fortalezcan su capacidad de indagación, planeación, realización, valoración, gestión, documentación y socialización de los aprendizajes y de los procesos en los que la construcción cognitiva tiene lugar de manera colegiada.
¿Qué entendemos por educación? Consideramos la educación como el proceso que acompaña al ser humano en sus búsquedas vitales, en la resolución de interrogantes que se plantean para comprender su lugar en el mundo, para indagar y entender cómo se configura la realidad y cómo se despliegan capacidades, comprensiones, actitudes y valores para actuar en esas realidades y atreverse a transformarlas, junto con los otros. Reconocemos el valor de la otredad, la necesidad que tenemos de los otros para educar y para educarnos mejor. De hecho nuestro trabajo de sistematización es declarado como una acción cooperativa, como un “darnos la mano” para emprender el camino de desentrañar el sentido y la pertinencia de nuestras acciones formativas, basadas en la pedagogía por proyectos.
Queremos poner de relieve el valor de pausar para reflexionar, tomarnos un buen tiempo para tomar distancia de la dinámica de las clases y del ritmo, a veces vertiginoso, de la cotidianidad escolar para ver la realidad educativa desde un enfoque investigativo que nos permita hacerle preguntas al proceso para comprenderlo, para objetivarlo, es decir, para convertirlo en interés de indagación e investigación y así aprender de lo que hacemos. Desentrañar el sentido de lo que hacemos con los niños y las niñas, aprender también de lo que se destaca en las interacciones, en las conversaciones que surgen en el aula a partir de los proyectos realizados, de la participación de las familias y la incidencia del acompañamiento de madres, padres, padrinos, abuelos y abuelas en la confianza y dedicación que los niños y las niñas hacen al proceso de aprender cada día sobre los fenómenos del mundo.
Queremos plantear la importancia de crear comunidades de práctica, comunidades de aprendizaje y de sistematización de la labor docente porque consideramos necesario poner de relieve el aporte de los colegas en la construcción y valoración de los proyectos que se construyen con la participación genuina de las niñas y los niños, a partir de la formulación de sus preguntas, de su corresponsabilidad en la planeación, ejecución, valoración y socialización de los procesos. Ya no es el maestro con su saber y sus estrategias educando solo. Reconocemos la necesidad de los otros para trasegar el camino. La pedagogía por proyectos plantea la realización de las diversas fases con la participación permanente de los niños y las niñas, de las familias y de otros actores de la comunidad. Siempre habrá un vecino, un familiar, un colega o un experto que sabe lo que necesitamos aprender, por lo tanto acudir a esas fuentes expertas y experimentadas le aporta a los procesos cognitivos y configura estrategias pedagógicas para lograr los objetivos propuestos.
Es perentorio poner de relieve la necesidad de producir diálogos con nuestros colegas maestros para que las experiencias desarrolladas sean espacios de encuentro, de diálogo respetuoso y de validación de los procesos de aprendizaje basados en la investigación, en la valoración de las voces de las infancias, en la concepción de la educación como un ecosistema de aprendizaje en el que es necesario construir fuentes entre los distintos campos de saber para articular los conocimientos y avanzar en procesos de integración y transversalización curricular.
En ocasiones hemos observado actitudes de colegas docentes a quienes les cuesta escuchar, reconocer y alegrarse de los procesos innovadores que emprendemos. Otros se resisten al cambio o incluso descreen de propuestas que se construyen a partir de las voces de las niñas y los niños, con dinámicas e interacciones para privilegiar la participación y el aprendizaje con placer. Otras veces hemos identificado estigmatizaciones, desconfianza y hasta burlas y señalamientos contra las maestras y los maestros que se atreven a darle el justo lugar a las voces y a las capacidades de las niñas y los niños y al necesario papel de las familias como corresponsables de la educación y del desarrollo de la infancia. Sin embargo, a pesar de que esas actitudes nos desconciertan y hasta nos afectan y entristecen por un tiempo, nuestra respuesta es la reflexión, el diálogo y la persistencia en convocar a la participación para la construcción de procesos más holísticos, reflexivos, basados en la indagación y en la documentación de las prácticas para contribuir a la creación de una cultura pedagógica en nuestro medio, que posibilite aprender a partir de lo aprendido, afrontar las dificultades y exaltar la labor de maestros y maestras que se reconocen como gestores culturales, formadores de ciudadanas y ciudadanos, dispuestos a incidir en cambios culturales que buscan y construyen alternativas de solución y generación de conocimientos. Se trata del ejercicio activo y propositivo de una ciudadanía que asume lo público y el bien común desde los espacios y la responsabilidad de todos.
¿Para dónde vamos? Este trabajo pretende contribuir a la reflexión pedagógica entre los maestros y las maestras, así como también entre los diversos actores de la comunidad educativa. Se propone visibilizar y reconocer las voces y las capacidades potenciales de la infancia. De igual manera resaltar el valor de la escritura para aprender de lo que hacemos y mejorar los procesos en la medida que identifiquemos dificultades y desaciertos y, una vez identificados y analizados, construyamos caminos pedagógicos para cualificar las prácticas pedagógicas; es decir, seguir aprendiendo con cada proyecto y su sistematización escrita para su socialización en talleres pedagógicos y en reuniones con los padres y las madres de familia, además de los agentes gubernamentales.
Pausar la carrera para reflexionar sobre las prácticas y, de esa manera, enriquecerlas y proponer nuevos caminos y vivencias que hagan de la educación una experiencia de humanización y transformación permanentes, es el compromiso del Grupo Nukí, de Pereira.